sábado, 30 de octubre de 2010

Cambio horario de invierno 2010.




El domingo 31 de octubre se atrasa 1 h.
A las 3:00 a.m. serán las 2:00 a.m.
Al que entre de noche trabajará gratis 1 hora mas .

martes, 12 de octubre de 2010

Aprobada la reparación de los daños provocados por un argayo en Alfoz de Lloredo

Alfoz de Lloredo
12.10.10 - 00:23 - L. ALCOLEA NOVALES
La Consejería de Desarrollo Rural del Gobierno de Cantabria ha resuelto aprobar el expediente para la realización de las obras de reparación del argayo producido por las lluvias hace más de un año en el barrio Quintana de Cóbreces, así como el camino de la cuesta en Fresnedo y el camino del Tejo en Lloredo.
Por su parte, el alcalde de la localidad, Enrique Bretones, agradece la colaboración a la institución, pero recuerda que «aún está pendiente la mejora de otros caminos de gran importancia para el municipio, como el camino a la Canaleja de Oreña o el de la subida a la Iglesia Parroquial, también de Oreña, que llevamos demandando desde el comienzo de nuestra legislatura». Bretones ha destacado la colaboración de las juntas vecinales de la localidad, «como por ejemplo las de Novales y Cigüenza, que han reparado recientemente un camino que une la parcelaria mediante la aplicación de riego asfáltico». Así como a la junta vecinal de Cóbreces, que está llevando a cabo la reparación de varios caminos de la parcelaria, con la colaboración del ayuntamiento, que ha cedido obreros y maquinaria.
Además, el alcalde ha recordado la reparación de caminos en las juntas vecinales de Oreña, Toñanes y La Busta.

domingo, 10 de octubre de 2010

LAS MAYAS UNA FIESTA ANCESTRAL DE LA MONTAÑA: LA MAYA DE CURA “MISACANTANO “ DE NOVALES

Cantabria festejaba el tiempo de primavera a través de los rituales de las Mayas. Estas celebraciones, en tiempos generalizadas por diversos lugares de nuestra geografía y aglutinadas en torno al mes de mayo, han sufrido alteraciones en sus fechas a causa de un proceso de cristianización que les ha hecho coincidir con el calendario patronal de los pueblos que las conservan o, sencillamente, a desaparecer.

La maya-árbol, la maya-pelele, la maya del cura “misacantano” y la maya-niña (esta última perteneciente a la Junta de Voto y en la actualidad desaparecida en sus formas peculiares, aunque se sigue celebrando la Cruz el 3 de mayo) son las distintas representaciones paganas del mes de mayo, al igual que en diversas zonas de España y resto de Europa. Son fiestas de recepción y culto a la primavera.

La Maya del cura “misacantano” de Novales

La Maya del cura “misacantano” una fiesta no anual, de carácter intermitente, que se realizaba solamente en casos en que un joven se ordenara sacerdote y dijera su primera Misa, generalmente coincidiendo con los meses de verano. En Cantabria, hasta hace pocos años, eran frecuentes estos rituales. Encontramos referencias de ello en Iguña, Campoo, Valdeolea, Toranzo y Alfoz de Lloredo; de este último poseemos un detallado testimonio que se conserva transcrito en el libro “ Rincón nativo”, de P. Díaz.

La fiesta Maya “misacantano” que vamos a describir, tuvo lugar en Novales durante la época republicana y se desarrollo como a continuación relatamos:

Un grupo de personas enviadas por el pueblo salía a recibir al joven cura con un manojo de cohetes para tirarlos tan pronto como éste entrara en el término de Alfoz de Lloredo, anticipando de este modo a los vecinos la llegada del nuevo sacerdote para que le recibieran con la alegría y el cariño que corresponde a su hijo “divinizado”. A todo esto, los mozos de la quinta a que pertenecía el jesuita habían traído de los planteles comunales de “Trigales” una Maya de eucalipto de más de 30 metros de larga, que, según típica costumbre, tenía que ser levantada frente a la casa nativa del homenajeado.

Después de una labor colectiva de tala, limpieza, traslado, embadurnado el árbol con materias lubricantes y sebosas (tarea realizada por los mozos), se colocaba una pinocha con una jaula con un gallo y un billete de 50 a 100 pesetas, según las posibilidades y generosidad del padrino. A continuación se alzaba sobre un hoyo, ayudada de sogas y cordales, entre gritos y esfuerzos y vivas. Una vez pinada, los varones se afanaban en una dura competición, tratando de subir cucaña arriba y descolgar la jaula trofeo, estimulados pora la presencia de las mozas que iban a pasarse la noche entre danzas y cantos campesinos.

Al amanecer ya estaba el pueblo en gala, los hombres de oficio, flamantemente vestidos, y las mujeres, lujosas. Banderines, gallardetes de colores y el estruendo de los cohetes anunciaban la continuidad del ceremonial festivo.

El cura “misacantano” aguardaba en el ático de su casa, revestido con los sagrados ornamentos, la llegada de una comitiva que lo recogiera para trasladarlo a la iglesia. Comenzaban a sonar las campanas y allí, agolpados en torno a la Maya, se encontraban autoridades municipales, eclesiásticas, representantes del gremio de los zapateros y todo el pueblo, que alentaba a la familia por la circunstancia “providencial” de que un hijo de casa humilde llegara al sacerdocio.

Un grupo de 14 mozas cantadoras y panderetistas, entonando coplas referidas al pueblo, la iglesia y la fortuna del cura, desplegadas en dos filas, reciben al héroe religioso con un arco de flores sostenidos por dos “majas”. Así se inicia el cortejo seguido del padrino religioso (su tío), sacerdotes del lugar, padrinos civiles, autoridades municipales, gremios y la comunidad toda.

En la iglesia son recibidos por el tañido de las campanas y la música sacra del órgano que sonaba en su interior. El séquito iba ocupando el espacio del templo con arreglo a una distribución jerárquica.

Comenzaba la Misa solemne cuando el padrino religioso, los restantes sacerdotes y el “miscantano” salían, después de los ciriales y turiferarios, de la sacristía acompañados del hermano mayor y la prima del nuevo sacerdote. Es el momento de los llantos entre los feligreses al verle subir con la casulla que el pueblo le regalara como muestra de aprecio. El sacerdote de mayor edad leyó el sermón de enhorabuena y bienvenida, refiriéndose a diversos aspectos religiosos y sociales de la comarca. Al finalizar la ceremonia religiosa, y consumado el sacrificio, el “misacantano” bendijo al pueblo e inició el rito del “besamanos”, colocado al lado de la Epístola. Los padrinos se van acercando a él para ungirle las manos con perfume de rosas. Una representación de sacerdotes presidía el acto, por el que fueron desfilando los padrinos seglares, las autoridades, la madre emocionada y las mozas cantadoras, vestidas con pañuelo de seda crema en la cabeza y portando dos de ellas, un para de almohadas blancas tejidas y encintadas en rojo, que le entregaron como obsequio, después de besarle. Los últimos en hacer el “besamanos” fueron los niños, que desfilaron ante el “misacantano” con fervorosa admiración de la que podía surgir alguna vocación.

Finalizado el acto religioso, las mozas cantadoras reemprenden sus tonadas a son de pandereta y custodian, bajo el arco engalado, al misacantano “de regreso a su casa paterna, donde habrá de presidir el bailada de la braña y prestar mayor atención a los picayos y cuadrillas de danzantes. El padrino eclesiástico invitó en su casa a comer a las cantadoras, autoridades y familias destacadas del pueblo, que abarrotaban las escaleras y los cuartos convertidos en comedores provisionales. Tras una larga y desenfadada comida festiva, que concluyó con el tradicional arroz con leche, se levantaron las cantadoras y reclamaron las panderetas para entonar la despedida, con la sorpresa de hallar en cada una de ellas un billete de cinco duros.

Al retirare el cura “ misacantano “ a sus habitaciones, de improviso se encontró con el enigma de las misteriosas almohadas desvelado: se trataba de dos apoyos, uno para las rodillas y otro para los codos, útiles en los momentos de reflexión y penitencia.

Afuera, en la calle, el violín de Paulino y su mujer ciega continuaban la diversión popular, que terminaría la entrada la noche, alrededor de una gran hoguera colectiva cercada por los cantos y las danzas y le albedrío de la mocedad.

FUENTE:
Autor: ANTONIO MONTESINO GONZALEZ
Artículo: LAS MAYAS. UNA FIESTA ANCESTRAL DE LA MONTAÑA
Revista Caja CANTABRIA : 30. Enero-Marzo Año: 1983